“El Miércoles de Ceniza, primer día de Cuaresma, se llama así por el rito especial de esparcir sobre la cabeza de los fieles, en las misas de este día, las cenizas de las ramas de palma quemadas del Domingo de Ramos del año anterior. Este rito simboliza el arrepentimiento, la humildad y la fragilidad de la existencia humana.
Este día se celebra un curioso ritual, el “Entierro de la Sardina”, que consiste en una procesión que parodia el cortejo fúnebre y termina con la quema de la efigie de una sardina. El ritual simboliza la despedida del pasado y la apertura de un espacio para todo lo nuevo, bueno y luminoso que trae el nuevo año.
Por cierto, el gran pintor español Francisco Goya dedicó a este acontecimiento un cuadro titulado “El entierro de una sardina”.
¿De dónde viene la tradición del “entierro de la sardina”? Existen varias versiones. La primera dice que la costumbre apareció hace tres siglos en Madrid. Entonces, la gente también se reunía en las calles el primer día de Cuaresma y organizaba un “funeral” simbólico del pasado. Sin embargo, no enterraban pescado, sino un cochinillo sacrificado de forma especial, que recibía el nombre de “cerdina”. Con el tiempo, primero la “cerdina” se convirtió en “sardina”, después el cerdo sacrificado se sustituyó por un pescado disecado, y el ritual se convirtió en lo que vemos hoy.
Otra versión cuenta que el rey Carlos III quiso celebrar fastuosas fiestas al final de la semana de Carnaval y ordenó traer a la ciudad un gran cargamento de sardinas para los festejos. El día era muy caluroso (a pesar de ser invierno) y el pescado se echó a perder y desprendió un olor sofocante. A los súbditos del rey no se les ocurrió nada mejor que enterrar la sardina en la Casa de Campo. A partir de entonces, el ritual se realizó anualmente.